29 sept 2011

Cajamarca :-)

Pasé Fiestas Patrias 2011 en Cajamarca, fue un viaje muy especial por muchos motivos, además que fue un regalo adelantado por mi cumpleaños de mi amiga Rocío, con quién disfruté 4 días de la tranquilidad que se respira en la ciudad donde Pizarro capturó al Inca Atahualpa y al Señor del Chinchaysuyo y empezó así la caída del Tawantisuyo.

Cajamarca es una ciudad cuyo centro nos recuerda la época colonial, sin el movimiento comercial que esperaba tuviera la ciudad minera más importante del país y cuyas subidas y bajadas por sus calles principales requirieron un esfuerzo extra de nuestra parte.

El primer día visitamos Cumbemayo, majestuoso e impresionante bosque de piedras en el que se encuentra el canal megalítico Pre Inca de mayor importancia en la América Pre Colombina de 3000 años de antiguedad, caminamos alrededor de 3 horas, pero valió la pena.

La Collpa fue nuestros siguiente destino, una de las haciendas ganaderas más famosas de Cajamarca en la que tienen como show el llamado de las vaquitas para ordeñarlas ante los visitantes. Fue un recorrido simpático que terminó apreciando una hermosa laguna artificial. Aquí se pueden comprar una variedad de productos lácteos de la mejor calidad.

Quisimos hacer el tour completo a las cataratas de Llanacora, pero sólo pudimos apreciar la primera catarata porque empezó a llover y era peligroso continuar.

La granja Porcon o “Sierra Verde” como se le conoce por sus miles de hectáreas de pinos que la rodean, fue otro de los lugares recomendados por los lugareños y lo agradecemos porque permitió oxigenar nuestros cuerpos y nuestras mentes mientras caminábamos entre tanto verdor y apreciando los animales típicos de la sierra en el minizoológico ubicado en este lugar.

Las Ventanillas de Otuzco fue nuestro destino final, un cementerio preinca ubicado a pocos minutos de la ciudad, un lugar de culto de los antiguos cajamarcas.
Otro recuerdo memorable que nos queda es nuestra última noche en Usha Usha, peña en la que los anfitriones nos deleitaron con canciones de nuestra América que contagiaban a los asistentes, tanto así que muchos de ellos se animaron a cantarnos sus melodías preferidas, un lugar bohemio, acogedor en el que no se sienten las horas pasar y del que no fuimos con la alegría en el corazón.

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