Aún hoy muchos siguen muriendo en el Perú, a causa de los pozos artesanales, y lo peor es que aún hoy estos pozos se siguen construyendo. Su caso es uno más de aquellos que demuestran que la pobreza es el peor de los crímenes, pues los que la sufren en su punto más extremo experimentan la agonía de la muerte en todas sus formas.
Recuerdo que la última vez que lo ví, llamó la atención a mi grupo porque no lo escuchábamos cuando hablaba sobre el botiquín de primeros auxilios que debíamos de equipar para nuestra aula. Todos nos quedamos en silencio, era la primera vez en cuatro años que compartíamos juntos que él levantaba la voz, hasta ese momento ninguno de nosotros imaginaba que también sería la última vez.
Era miércoles y Paul se había levantado como todos los días a las 5 am, en su casa de adobe que no cuenta con agua, desagüe ni energía eléctrica. Ese día él junto con sus hermanos tenían la misión de limpiar el pozo artesanal que permitía regar su chacrita y así prodigar el escaso sustento familiar.
Prendió su radio a pilas para escuchar sus pasillos, que lo acompañaban en todas sus actividades y acompañó a su hermano en la ardua tarea que debían librar para ponerlo a bombear. Su hermano mayor descendió 25 metros para limpiar el motor, mientras Paul lo observaba tarareando a Segundo Rosero, de pronto el pozo se llenó de agua y su hermano no salió a la superficie. Paul no midió el peligro y descendió a salvar a su hermano, pero cuando logró llegar al fondo ya no tenía fuerzas, los gases venenosos emanados por el motor de la bomba también estaban acabando con su vida y con sus sueños y con los de su familia.
Su madre y otro hermano, también había escuchado los gritos y corrieron a ver que pasaba, pero ya era demasiado tarde, sus dos hijos yacían en el fondo. La madre desconsolada corrió a buscar a los vecinos para que la ayudarán a sacar los cuerpos, mientras el padre se encontraba en shock ante ese cuadro desgarrador.
Los vecinos pudieron sacar los cuerpos de ambos jóvenes al promediar el mediodía y llevaron cargando los cuerpos hasta la panamericana sur, fueron casi dos horas las que emplearon para trasladarlos por un camino de arena, camino que todos los días Paul recorría en una hora para, ir en medio de un ardiente sol y venir en compañía algunas veces de su padre y otras sólo de las estrellas que alumbraban su camino, del instituto donde estudiábamos juntos.
Mientras tanto en el Pedagógico esa tarde, causó extrañeza no encontrar a Paul en el aula, él era siempre el primero en llegar, muchas veces sin almorzar, y era también el primero en irse ya que el ómnibus que lo retornaba sólo sale hasta las 8 pm de la plazuela Barranca y él no lo podía perder.
Todos hicimos bromas sobre su ausencia, pues de los 24, él era el más responsable, (y el más inocente también). Su esfuerzo constante no lo apreciabamo en su total dimensión, sabíamos que era becado por sus bajos recursos y que ya en una oportunidad había dejado de estudiar por motivos económicos, pero no éramos conscientes aún de la insufrible vida que llevaba.
El primero de mis compañeros que se enteró de la tragedia fue Gino, quién al pasar la mañana siguiente por el instituto por unos materiales que necesitaba se enteró de la noticia ya que el papá de Paul había ido en busca de ayuda, pues no le permitían sacar los cuerpos de la morgue de Ica.
Que indiferentes pueden llegar a ser las autoridades ante la tragedia de unos padres, quienes tras haber perdido a dos de sus hijos, todavía tienen que ser humillados y ver a sus vástagos tirados pudriéndose, por que no pueden pagar para sacarlos, siguen siendo vejados en su dolor, no en vano a la pobreza algunos la consideran maldición.
De no ser por Gino, que reponiéndose del dolor fue a la morgue a ver que pasaba, quién sabe cuanto más se prolongaría la agonía para la familia Ramos Gutierrez, él argumentando la pobreza extrema en que vivía la familia y luego de dar el dinero juntado por familiares, vecinos y amigos, logró sacar los dos cuerpos para trasladarlos a su sepultura en Ocucaje.
Luego se enteró Carlos, el mejor amigo de Paul, quién trabajaba en la plaza de Armas de lustrabotas, ambos quizas congeniaban porque para ellos todo en sus vidas había sido sólo dificultades que siempre sabían librar, él rompió a llorar. La misma escena se repitió con Fernando, con quién Paul compartía las vacaciones repartiendo volantes de promoción del Instituto, esa era una de las formas en que retribuía la beca dada. Recién al llegar al aula en la tarde yo y muchos otros no enteramos de su muerte, hubó una conmoción, maestros y alumnos nos sumergimos en una tristeza profunda por el amigo que había fallecido de una forma tan trágica, pero sobre todo porque éramos conscientes que él entre todos los que allí estábamos era el que más merecía terminar la carrera.
Esa tarde empezaron las colectas para ayudar a la familia, !que ironía!, lo tuvimos cuatro años enfrente, compartimos con el innumerables tardes y jamás lo ayudamos, pese a que a través de sus ropas, de su uniforme raído por el tiempo y que debió ser de otro porque le quedaba chico, demostraba no contar con recursos, pero nunca nos quisimos dar cuenta y sólo ahora que ya no está con nosotros reaccionamos.
El velorio no se hizo en su chacrita de Aguada de Palos, sino en Ocucaje, ahí escuche a un profesor ateo preguntar, ¿dónde está su Dios?, mientrás una lágrima se le escapaba y yo pensé que si Dios existe pues nunca estaba con los pobres.
No fuimos los únicos en sentir su ausencia, comprobamos que todos los que lo conocieron lo llegaron a apreciar, fue muy emocionante escuchar a un mastro de la escuelita de Aguada de Palos donde él hacía sus prácticas, decir que Paul era la esperanza para los niños de ese sector, pues era un ejemplo de lucha ante la adversidad, a la que sacaba la vuelta día tras día con una sonrisa, pues he de destacar que jamás lo vi triste, muchas veces cansado si, pero jamás triste. También nos enteramos que él había pintado los exteriores de la escuelita con hermosos paisajes para alegrar la vista de los pequeños con quienes aprendía a enseñar, pequeños que pasan las mismas necesidades que él sufría y a las que sorteaba con creatividad, pues nunca he visto tantos trabajos manuales de materiales desechables como los que vi que él hacía en sus sesiones de clases, pensando en niños que como él no cuentan con recursos, niños de estómagos vacíos de alimentos nutritivos, pero llenos de parásitos y de ilusiones también, pero sobre todo con esa inocencia que los hace sonreir con cajitas de carton como carritos, inconscientes aún en toda su dimensión del castigo que significa haber nacido en medio de tanta miseria.
Recuerdo que la última vez que lo ví, llamó la atención a mi grupo porque no lo escuchábamos cuando hablaba sobre el botiquín de primeros auxilios que debíamos de equipar para nuestra aula. Todos nos quedamos en silencio, era la primera vez en cuatro años que compartíamos juntos que él levantaba la voz, hasta ese momento ninguno de nosotros imaginaba que también sería la última vez.
Era miércoles y Paul se había levantado como todos los días a las 5 am, en su casa de adobe que no cuenta con agua, desagüe ni energía eléctrica. Ese día él junto con sus hermanos tenían la misión de limpiar el pozo artesanal que permitía regar su chacrita y así prodigar el escaso sustento familiar.
Prendió su radio a pilas para escuchar sus pasillos, que lo acompañaban en todas sus actividades y acompañó a su hermano en la ardua tarea que debían librar para ponerlo a bombear. Su hermano mayor descendió 25 metros para limpiar el motor, mientras Paul lo observaba tarareando a Segundo Rosero, de pronto el pozo se llenó de agua y su hermano no salió a la superficie. Paul no midió el peligro y descendió a salvar a su hermano, pero cuando logró llegar al fondo ya no tenía fuerzas, los gases venenosos emanados por el motor de la bomba también estaban acabando con su vida y con sus sueños y con los de su familia.
Su madre y otro hermano, también había escuchado los gritos y corrieron a ver que pasaba, pero ya era demasiado tarde, sus dos hijos yacían en el fondo. La madre desconsolada corrió a buscar a los vecinos para que la ayudarán a sacar los cuerpos, mientras el padre se encontraba en shock ante ese cuadro desgarrador.
Los vecinos pudieron sacar los cuerpos de ambos jóvenes al promediar el mediodía y llevaron cargando los cuerpos hasta la panamericana sur, fueron casi dos horas las que emplearon para trasladarlos por un camino de arena, camino que todos los días Paul recorría en una hora para, ir en medio de un ardiente sol y venir en compañía algunas veces de su padre y otras sólo de las estrellas que alumbraban su camino, del instituto donde estudiábamos juntos.
Mientras tanto en el Pedagógico esa tarde, causó extrañeza no encontrar a Paul en el aula, él era siempre el primero en llegar, muchas veces sin almorzar, y era también el primero en irse ya que el ómnibus que lo retornaba sólo sale hasta las 8 pm de la plazuela Barranca y él no lo podía perder.
Todos hicimos bromas sobre su ausencia, pues de los 24, él era el más responsable, (y el más inocente también). Su esfuerzo constante no lo apreciabamo en su total dimensión, sabíamos que era becado por sus bajos recursos y que ya en una oportunidad había dejado de estudiar por motivos económicos, pero no éramos conscientes aún de la insufrible vida que llevaba.
El primero de mis compañeros que se enteró de la tragedia fue Gino, quién al pasar la mañana siguiente por el instituto por unos materiales que necesitaba se enteró de la noticia ya que el papá de Paul había ido en busca de ayuda, pues no le permitían sacar los cuerpos de la morgue de Ica.
Que indiferentes pueden llegar a ser las autoridades ante la tragedia de unos padres, quienes tras haber perdido a dos de sus hijos, todavía tienen que ser humillados y ver a sus vástagos tirados pudriéndose, por que no pueden pagar para sacarlos, siguen siendo vejados en su dolor, no en vano a la pobreza algunos la consideran maldición.
De no ser por Gino, que reponiéndose del dolor fue a la morgue a ver que pasaba, quién sabe cuanto más se prolongaría la agonía para la familia Ramos Gutierrez, él argumentando la pobreza extrema en que vivía la familia y luego de dar el dinero juntado por familiares, vecinos y amigos, logró sacar los dos cuerpos para trasladarlos a su sepultura en Ocucaje.
Luego se enteró Carlos, el mejor amigo de Paul, quién trabajaba en la plaza de Armas de lustrabotas, ambos quizas congeniaban porque para ellos todo en sus vidas había sido sólo dificultades que siempre sabían librar, él rompió a llorar. La misma escena se repitió con Fernando, con quién Paul compartía las vacaciones repartiendo volantes de promoción del Instituto, esa era una de las formas en que retribuía la beca dada. Recién al llegar al aula en la tarde yo y muchos otros no enteramos de su muerte, hubó una conmoción, maestros y alumnos nos sumergimos en una tristeza profunda por el amigo que había fallecido de una forma tan trágica, pero sobre todo porque éramos conscientes que él entre todos los que allí estábamos era el que más merecía terminar la carrera.
Esa tarde empezaron las colectas para ayudar a la familia, !que ironía!, lo tuvimos cuatro años enfrente, compartimos con el innumerables tardes y jamás lo ayudamos, pese a que a través de sus ropas, de su uniforme raído por el tiempo y que debió ser de otro porque le quedaba chico, demostraba no contar con recursos, pero nunca nos quisimos dar cuenta y sólo ahora que ya no está con nosotros reaccionamos.
El velorio no se hizo en su chacrita de Aguada de Palos, sino en Ocucaje, ahí escuche a un profesor ateo preguntar, ¿dónde está su Dios?, mientrás una lágrima se le escapaba y yo pensé que si Dios existe pues nunca estaba con los pobres.
No fuimos los únicos en sentir su ausencia, comprobamos que todos los que lo conocieron lo llegaron a apreciar, fue muy emocionante escuchar a un mastro de la escuelita de Aguada de Palos donde él hacía sus prácticas, decir que Paul era la esperanza para los niños de ese sector, pues era un ejemplo de lucha ante la adversidad, a la que sacaba la vuelta día tras día con una sonrisa, pues he de destacar que jamás lo vi triste, muchas veces cansado si, pero jamás triste. También nos enteramos que él había pintado los exteriores de la escuelita con hermosos paisajes para alegrar la vista de los pequeños con quienes aprendía a enseñar, pequeños que pasan las mismas necesidades que él sufría y a las que sorteaba con creatividad, pues nunca he visto tantos trabajos manuales de materiales desechables como los que vi que él hacía en sus sesiones de clases, pensando en niños que como él no cuentan con recursos, niños de estómagos vacíos de alimentos nutritivos, pero llenos de parásitos y de ilusiones también, pero sobre todo con esa inocencia que los hace sonreir con cajitas de carton como carritos, inconscientes aún en toda su dimensión del castigo que significa haber nacido en medio de tanta miseria.
Entre los objetivos de desarrollo del milenio, está considerado el batallar para disminuir la pobreza, objetivo que merece ser trazado con políticas efectivas, que minen la valla de desigualdad existente, que hace a nuestro país vulnerable. Alimentación, vivienda, vestido, educación, salud entre otros; son derechos fundamentales de la persona reconocidos por el Estado en nuestra carta magna, pero que sólo quedan en el papel ya que el Estado no cumple con su deber de garantizarlos. Y ahi está Paul y su familia y su comunidad como ejemplo palpable de la violación a derechos que hacen digna la vida de los seres humanos.
¿Qué se puede esperar de personas que no son bien alimentadas, vestidas ni educadas? Poco o nada, y al final todo el contexto se perjudica ya que la pobreza como jinete líder del apocalípsis, trae consigo delincuencia, drogadicción, prostitución y otros males que afectan a toda la sociedad en su conjunto y no sólo a los que están inmersos en ella. Está demostrado que la cadena de pobreza es un estigma que excluye a quién forma parte de ella y no hay derecho tampoco de que por prejuicios o inconsciencia, se sigan trayendo criaturas a este mundo sin tener nada que ofrecerles, porque un hoy un niño al nacer no trae un pan bajo el brazo, sino que arrastra consigo un porcentaje de la deuda externa, que el Estado si se preocupa en honrar.
Por eso quizás Paul representaba en sí, el esfuerzo por alcanzar lo que uno quiere, porque él batallaba día a día para ser profesional y brindarle a su entorno mejores condiciones de vida. Su esfuerzo reconocido por su comunidad se vió reflejado ese día cuando en un homenaje hecho por el alcalde de su distrito, fue declarado heroé de la juventud ocucajina, por su ejemplo de vida y virtud.
Dicen que los más buenos son los primeros en irse de este mundo, él tenía tan sólo 23 años, y estaba a un año de terminar la carrera que lo consagraría como maestro, pero para todos los él ya lo era, excepto en el campo sentimental, pues nunca tuvo enamorada, y cuando lo molestábamos con alguien se ruborizaba y ver a un hombre de 23 ruborizarse es hoy tan raro como encontrar a una chica virgen a los 16.
Lamento haber sido indiferente ante sus carencias y ante su infatigable lucha, y mi pena y frustración crecen, pues no lo ayudé cuando pude hacerlo, y no hay excusa que valga. Sólo en su honor me prometo a mi misma, ser mejor, y dejar la indiferencia a un lado, pues de nada sirven homenajes, a alguien que no está para presenciarlos.
Dicen que los más buenos son los primeros en irse de este mundo, él tenía tan sólo 23 años, y estaba a un año de terminar la carrera que lo consagraría como maestro, pero para todos los él ya lo era, excepto en el campo sentimental, pues nunca tuvo enamorada, y cuando lo molestábamos con alguien se ruborizaba y ver a un hombre de 23 ruborizarse es hoy tan raro como encontrar a una chica virgen a los 16.
Lamento haber sido indiferente ante sus carencias y ante su infatigable lucha, y mi pena y frustración crecen, pues no lo ayudé cuando pude hacerlo, y no hay excusa que valga. Sólo en su honor me prometo a mi misma, ser mejor, y dejar la indiferencia a un lado, pues de nada sirven homenajes, a alguien que no está para presenciarlos.
¿Cuál será el destino de sus alumnitos? Fue la pregunta que me quedó ese día al verlos acompañar sollozantes al que fue su maestro. Pueden ser delincuentes o personas sobresalientes, dependerá de ellos y del esfuerzo que le ponga a su lucha, pero también dependerá del Estado y de nosotros y de lo solidarios que podamos ser.
6 comentarios:
Boo!
Giuliana, que gusto mirar su blog!
Y ademas de haverlo, usar como fuente de informacion! Eso de los pozos es terrible. En Brasil, el caso mas nuevo, fue de un ninõ de uns 9 anos que quedo 6 dias en nu pozo..sobrevivio con el agua de la lluvia..
Sigas asi! construiendo la informacion! :) saludos de Jorge Lins
"EL OLVIDO"
a Paul Ramos G.
Cuando arrecian los fúnebres vientos de mayo; y entre mis huesos: los humeros y las tibias, derrochando temblores acompañan mi llanto.
Cuando pienso en el páramo yerto de la muerte, consumiendo tus pasos magros, me arrepiento siete y mil veces; por el olvido infinito y por el blanco augusto de tus manos.
Cuando intento descubrirte, en el desierto yermo, paseo divariante, sublevado contra el tiempo. libando las riveras salinas de mis ojos e intentando librarte del eterno lienzo.
Cuando enristro una a una tus virtudes, tiritando mis labios componen un salmo. Y te corono con versos y nardos verdes y el estruendo de mis palmas, que cesan cuando calmo.
Cuando caigan las estrellas y los astros; y el ángel blanco, deseche todo vestigio del pasado. Te levantarás como el buen Lázaro; y tal vez yo, este muy cansado y no me levante. Y tal vez tú, no te acuerdes de mis manos.
FERNANDO MARTINEZ
que triste lo de tu amigo, siempre los mas buenos se van primero. Ojala sus padres encuentren consuelo algun dia.
Fabiola
Paúl es un ejemplo de lucha ante la adversidad te felicito por este artículo. Eres linda en todos los aspectos, besos
Ivan
Me encanta tu sensibilidad, gracias por compartir con otros historias como ésta, lamentablemente pedir que todos hagamos algo es casi imposible, la gente ahora sólo se preocupa por su bienestar.
Alex
La pobreza es el peor de los males y lamentablemente nuestro pais la sufre y lo peor es que el terremoto tambien demostro que los pobres siempre son los que mas sufren las consecuencias, como es el caso de todas las viviendas de adobe venidas abajo.
Estoy de acuerdo, los pobres son los que tienen hijos como conejo, planificacion obligada deberia haber en los sectores marginales.
Que pena lo de tu amigo
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