El aborto es un tema que genera dilemas morales, pero que sin duda se ha convertido en un negocio muy rentable para todos aquellos que lo practican informalmente, pese a que las estadísticas arrojan que dicha clandestinidad deja como saldo la muerte de 100 mujeres al año, lo que lo convierten en la tercera causa de mortalidad materna en el Perú.
La condición económica de las interesadas en practicarselo determina el éxito del mismo, si se cuenta con el dinero suficiente se pueden someter a un aborto seguro en una clínica privada y de no ser así corren el riesgo de acabar en Emergencia por hemorragias o infecciones y muchas incluso terminan incapacitadas para volver a concebir, ya que las lesiones sufridas en su interior no se lo permitirán.
Un informe difundido por la ONG Flora Tristan en base a registros de hospitalizaciones sostiene que de las 370 mil mujeres que abortan anualmente en el Peru, sólo el 20 % pone su vida en manos de un médico mientras que las demás, empujadas por su desesperación y precariedad económica, se arriesga con inescrupulosos personajes y en las mínimas condiciones de salubridad.
Los intentos por despenalizar el aborto siempre terminan estrellándose con un Estado hipócrita que siempre cede a la presión de la Iglesia, que amenaza con excomulgar a cualquiera que apoye la causa, mientras tanto domingo a domingo muchos que llenan sus bolsillos ejerciéndolo dejan sus monedas como ofrenda que a la vez redime sus culpas.
Una encuesta realizada en Lima sobre la legalización del aborto arrojó los siguientes resultados:
De acuerdo en casos de violación: 61% en el sector A (clase alta) y 22% en el sector E (de extrema pobreza)
De acuerdo en peligro de muerte de la madre. 72 % en el sector A y 51% en el sector E.
De acuerdo por problemas económicos: 19% en el sector A y 7% en el sector E.
Son notorias las diferencias de opinión entre ambos sectores, producto en parte de la educación a la que acceden.
Debo aclarar que soy católica porque así me bautizaron (no tuve opción de elegir mi credo religioso), creo en el derecho a la vida y sé que el uso de métodos anticonceptivos evitaría llegar a situaciones extremas, pero vivimos en una sociedad en la cual los sectores de pobreza y pobreza extrema aun no practican la planificación familiar, o por falta de educación o por la idiosincracia machista que predomina en muchos de esos hogares.
Lo irónico de este tema, que atañe directamente a las mujeres y a su derecho de decidir si continúa o no con un embarazo no deseado, es que los líderes de opinión que se han manifestado abiertamente en distintos medios de comunicación a favor de la despenalización del aborto han sido en su mayoría hombres, la pregunta es por qué, será porque se le brinda menos espacios a las mujeres en los medios o porque existe el temor de nuestras lideresas de expresarse al respecto.
"Recuerdo que tenía mucho miedo, pero mi novio y yo ya habíamos decidido no tenerlo porque ambos necesitábamos acabar la universidad, pero no teníamos dinero y acudimos a una dirección que vimos en un periódico donde anunciaban solucionar problemas de atraso menstrual (publicidad que abunda en diarios y revistas), cuando llegamos, un hombre me acostó en una camilla, sentí mucho dolor, cuando terminó todo me di cuenta que no se había colocado ni guantes, al final terminé en un hospital por una fuerte infección, ahí me dijeron que había sido un aborto incompleto y que tenían que hacerme un legrado, fue en esos momentos que me di cuenta que pude haber muerto, no denuncié al falso médico por miedo y es de lo que más me arrepiento", este es el testimonio de una amiga que hoy tiene 28 años y que alude que cuando tenía 20 no estaba educada en prevención.
Ella no es la única, conozco a varias con distintos motivos por los que decidieron decirle No a la maternidad y no por ello han perdido mi respeto o estima, algunas de ellas se arrepienten, otras no, pero nadie las puede juzgar, porque las consecuencias de sus actos sólo les compete a ellas, en cambio, cuando la cadena de pobreza aumenta, producto de irresponsabilidades en la conducta sexual o por violaciones (cifra alarmante), en estos casos si le compete al Estado que debería dejar a un lado los dogmas a la hora de decidir en temas de salud y desarrollo social.
Por el momento sólo queda rezar, si de algo sirve, por aquellas que en estos momentos están entrando a un consultorio clandestino sin saber con seguridad cómo saldrán de ahí, si es que llegan a salir.
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