Cuando llegue a Puno lo primero que hice fue buscar un buen lugar donde comer, pues tenía un hambre acumulado y esta ciudad no me defraudó, el suculento menú que comí me pareció el mejor de los manjares.
En esos días se celebraba Eco-Comunicación, un evento para comunicadores al que asistí con avidez de aprender, y que me ocupó los días, y noches porque como todo evento realizado por APEUCS, en las noches habían actos sociales de integración entre los estudiantes asistentes.
Una amiga que estaba de vacaciones me dio el alcance porque quería hacer un tour por los principales lugares turísticos de Puno y así lo hicimos.
Lo primero que conocimos fue Sillustani, un lugar que parece se detuvo en el tiempo, donde se observan las chulpas que tienen como bella vista el lago Mayo, que dicen hace miles de años formaba parte del Titicaca. Mientras el guía nos explicaba sobre el magnetismo de las piedras que rodean este lugar, y sobre lo que significaban las chulpas, yo pensaba porque no se hace algo para que los alumnos tengan una educación vivencial, jamás los libros de historia que transmiten los sentimientos que si puede generar estar en el lugar de los hechos.
Luego nos embarcamos rumbo a Taquile y Uros, islas que pertenecen al lago Titicaca, un lago de aguas cristalinas que de lejos se aprecian de un azul intenso y al que sólo le faltan olas para ser un mar. Primero anclamos en Uros, islas flotantes pequeñas construidas por descendientes de aymaras y otras tribus preincas, donde mientras yo tirititaba de frío, vi a una pequeñita sin sandalias y desabrigada correr alegremente por el lugar. Ahí compre recuerditos para mi familia y luego proseguimos el tour rumbo a Taquile, una isla natural donde predominan los arcos con vista al lago y la andenería para la agricultura.
Cuando llegamos a la plaza se estaba realizando el desfile por el día de la bandera, ahí vi desfilar a niñas y niños de las dos escuelitas del lugar con sus trajes típicos llenos de colorido, no cómo los deprimentes uniformes de las escuelas públicas de otras partes del país (que jamás obligaré a un niñó usar). Muchísimos turistas aplaudían con emoción a estos niños que luego te cobraban “one dólar” para tomarse una foto con ellos.
Me hubiera gustado quedarme más tiempo en Taquile, por su paisaje, por las riquísimas truchas que comí, porque quería recorrerla completa, pero lamentablemente no pude.De regreso con Rocío, la amiga que me acompañó, hablábamos sobre la belleza de Puno, su lago, sus islas, su rica comida (la más barata del país), y sobre lo poco que valoramos los peruanos este lugar que está al alcance de todos los bolsillos y que es más apreciado por foráneos que por paisanos, pero que ahora que conozco espero volver a visitar junto con las personas que quiero.
En esos días se celebraba Eco-Comunicación, un evento para comunicadores al que asistí con avidez de aprender, y que me ocupó los días, y noches porque como todo evento realizado por APEUCS, en las noches habían actos sociales de integración entre los estudiantes asistentes.
Una amiga que estaba de vacaciones me dio el alcance porque quería hacer un tour por los principales lugares turísticos de Puno y así lo hicimos.
Lo primero que conocimos fue Sillustani, un lugar que parece se detuvo en el tiempo, donde se observan las chulpas que tienen como bella vista el lago Mayo, que dicen hace miles de años formaba parte del Titicaca. Mientras el guía nos explicaba sobre el magnetismo de las piedras que rodean este lugar, y sobre lo que significaban las chulpas, yo pensaba porque no se hace algo para que los alumnos tengan una educación vivencial, jamás los libros de historia que transmiten los sentimientos que si puede generar estar en el lugar de los hechos.
Luego nos embarcamos rumbo a Taquile y Uros, islas que pertenecen al lago Titicaca, un lago de aguas cristalinas que de lejos se aprecian de un azul intenso y al que sólo le faltan olas para ser un mar. Primero anclamos en Uros, islas flotantes pequeñas construidas por descendientes de aymaras y otras tribus preincas, donde mientras yo tirititaba de frío, vi a una pequeñita sin sandalias y desabrigada correr alegremente por el lugar. Ahí compre recuerditos para mi familia y luego proseguimos el tour rumbo a Taquile, una isla natural donde predominan los arcos con vista al lago y la andenería para la agricultura.
Cuando llegamos a la plaza se estaba realizando el desfile por el día de la bandera, ahí vi desfilar a niñas y niños de las dos escuelitas del lugar con sus trajes típicos llenos de colorido, no cómo los deprimentes uniformes de las escuelas públicas de otras partes del país (que jamás obligaré a un niñó usar). Muchísimos turistas aplaudían con emoción a estos niños que luego te cobraban “one dólar” para tomarse una foto con ellos.
Me hubiera gustado quedarme más tiempo en Taquile, por su paisaje, por las riquísimas truchas que comí, porque quería recorrerla completa, pero lamentablemente no pude.De regreso con Rocío, la amiga que me acompañó, hablábamos sobre la belleza de Puno, su lago, sus islas, su rica comida (la más barata del país), y sobre lo poco que valoramos los peruanos este lugar que está al alcance de todos los bolsillos y que es más apreciado por foráneos que por paisanos, pero que ahora que conozco espero volver a visitar junto con las personas que quiero.